Prisionero del Kaiser

08/04/2017, Mario Valdivieso Mateo

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LA NEUTRALIDAD DE ESPAÑA EN LAGUERRA EUROPEA

Conocida es la precaria neutralidad de España durante la Guerra Europea, hoy conocida como Primera Guerra Mundial, tras haberse llamado también Gran Guerra. En nuestro recinto patrio se mantuvo entre los varios estratos sociales una rivalidad de variada índole que dio lugar a los calificativos de "aliadófilos" y "germanófilos", que entrañaban corrientes de opinión y a veces comportamientos y actitudes que, en algún caso, solían trasgredir la legalidad vigente. Aquellas posturas eran alimentadas asiduamente por agentes infiltrados de ambos bloques contendientes o por súbditos españoles que llegaron a ejercer como colaboradores bien pagados. Como uno de los motivos de opinión adversa a los contendientes germanos y austrohúngaros fue notable el progresivo ataque a nuestra flota mercante y de pesca por parte de los submarinos alemanes. Estas agresiones navales fueron ocasionadas en muchas ocasiones por algunos armadores españoles, cuando les convenía saltarse las normas creadas en relación con el tráfico marítimo. Solían lucrarse de los elevados fletes al transportar mercancías hacia o desde las costas de las naciones beligerantes.

En cualquier caso varios grupos de la sociedad española mantenían una latente germanofilia también tutelada por algunos intelectuales1. Por otra parte, ambos contendientes mantuvieron sus propias redes de espionaje, adoptando transitoriamente, más por dinero que por convicción, agentes españoles de ambos sexos. Llegó a sospecharse que algunos ciudadanos informaban acerca de los movimientos de buques, nacionales y foráneos, para conocimiento de los "lobos" submarinos que pululaban a pocas millas de nuestro litoral.

Sobre todo en las grandes ciudades, muy acusadamente en Barcelona, se mantuvo una urdimbre de espionaje protagonizado por agentes de ambos grupos. Y en la cúpula de la monarquía coexistieron las dos tendencias, ya que ambas reinas, María Cristina, madre de Alfonso, y su esposa Victoria Eugenia, procedían de países antagónicos. Por otra parte, el propio rey, de reconocida simpatía por el estilo prusiano, sentía sin embargo la obligada necesidad de "militar" en la entente aliada. En cualquier caso no se manifestaron públicamente al respecto.

En general, salvo excepciones, la clase militar se mantuvo germanófila, con algunos episodios que demostraron tal preferencia. La jerarquía eclesiástica, en su mayoría, se inclinaba por los imperios centrales, sobre todo por oponerse a los franceses a quienes juzgaban de impíos. Bueno.

Así pues, la neutralidad en España no fue respetada ni por propios y ni por extraños, fueran aliados o germanos. Los alemanes, en particular, contravinieron repetidas veces el respeto a la neutralidad de nuestro país, sobre todo en los últimos años de la contienda cuando se vieron forzados a incrementar la vigilancia del tráfico marítimo. Los submarinos acentuaron el acecho, haciendo caso omiso de las normas acordadas con el gobierno español, provocando abordajes y hundimientos de buques con creciente frecuencia.

 

LA MEZQUINA VENGANZA DE UN OFICIAL ALEMÁN

Posiblemente ha sido el primer acto contrario al acuerdo de neutralidad con españoles publicado el 7 de Agosto de 19142, en este caso ocasionado por militares alemanes en contra de un súbdito español.

Sucedió en la ciudad francesa de Valenciennes, en el Flandes galo, contigua a la frontera belga a orillas del río Escalda, cuando ya los germanos habían atravesado Bélgica que tras un juego diplomático en el que los alemanes pretendían obtener autorización para "defenderse" de Francia, los gobernantes belgas no quisieron seguir su juego y se cortaron las relaciones diplomáticas. En tales momentos el propio rey Alberto envía al Kaiser un correo en el que afirma "(…) no sospechar que V. M. nos obligaría a escoger entre la guerra y la deshonra, entre respetar nuestros pactos o despreciar nuestros deberes internacionales"3.

En aquella ciudad residía Valentín Torras Closa, un hombre natural de Manresa, que en el verano de 1914 ejercía como mecánico en un taller de un pueblo cercano a Valenciennes4. Sucedió que justamente a las 7 de la mañana del día 25 de Agosto de 1914 accedieron unos 40.000 soldados alemanes con intenciones aviesas.

 

Imagen 1. Efigie de Valentín Torras
Imagen 1. Efigie de Valentín Torras

Nuestro hombre se sorprende cuando llega a constatar las malas maneras de las huestes alemanas. Así llegó a confirmar la agresividad bélica de los teutones cuando supo que en el pueblo cercano de Quérénaing fusilaron a civiles e incendiaron edificios públicos y privados. Se estaba consumado la invasión prevista. Por su parte, a pesar de ser consciente de la neutralidad española que le suponía sentirse protegido como un mero espectador del drama y sus circunstancias, no las tenía todas consigo.

Tras varios episodios que le confirmaron a Valentín que aquellos conquistadores venían aleccionados para desplegar un odio arrogante, sin contemplaciones humanitarias, tuvo lugar el principio de su propio purgatorio.

Era la tarde del 26 de setiembre cuando fue sorprendido por fuertes llamadas en la puerta de su habitación. En cuanto abrió irrumpieron sin pedir permiso varios soldados alemanes al mando de un oficial. Confirmaron que era mecánico y lo conminaron a que acudiera con ellos para efectuar reparaciones en ciertas locomotoras.

El se negó con firmeza a tal requerimiento aduciendo su condición de ciudadano de un país neutral, por cuya razón tenía prohibido colaborar con ninguno de los países en guerra. Viendo su actitud se le ofreció desplazarse hacia España por Suiza a lo que Valentín accedió. Fue alojado en un tren que se detuvo transitoriamente en la ciudad belga de Mons, donde había mucha animación, pero le preocupaba que no le dijeran donde habían dejado sus maletas y, sobre todo sus documentos y dinero.

 

Imagen 2. Teutón armado
Imagen 2. Teutón armado

 

DESVENTURAS Y MALOS MODOS

Al cabo de unos minutos se acercó un oficial alemán que ordenó a tres soldados que lo hicieran subir a otro tren. Torras protestaba pidiendo sus papeles y preguntando por qué le cambiaron de tren. Todo fue inútil. Fue empujado y forzado a subir a un vagón repleto de hombres, algunos heridos. La mayoría eran prisioneros procedentes de campos de batalla. A partir de aquel momento, cuando Valentín protestaba afirmando ser español, le decían que era francés unas veces, y otras portugués. Así llegó a comprender el engaño al que fue empujado por la mala voluntad del oficial de Valenciennes al que negó ayuda.

Llegaron a Lieja la tarde del segundo día donde pasaron la noche y en donde les dieron una sopa. En hora temprana del día siguiente volvió a caminar el tren que poco después cruzó la frontera alemana por Herbestha. Ya en Alemania siguieron encerrados como bestias en los vagones, en los que también se hacinaban hombres maltrechos, apenas atendidos. La alimentación era escasa y de irregular suministro, con apariencia de bazofia.

Finalmente llegaron a Berlín el día 1 de octubre, continuando hasta Zossen-Bunsdorf, donde les hicieron bajar para conducirlos a un recinto prisión constituido por un campo raso circundado por alambres de espino, sin ningún pabellón. Allí permaneció Valentín hasta el 18 de diciembre, en cuya fecha le trasladaron a Chemnitz, donde entre otras penurias por poco le mata un centinela de un golpe de bayoneta. Habiendo reclamado, nuevamente, por ser español, quisieron hacerle portugués, conminándole a firmar una identidad ajena a lo que se negó, pese a las amenazas. A mediados de octubre de 1915 fue trasladado con otros cautivos a Gross-Poritsch.

Después de haber sufrido injusta cautividad en las prisiones germanas de Zossen-Bunsdorf, Chemnitz y Gross-Poritsch entre octubre de 1914 y julio de 1916 engañado y zaherido, soportando como una pesadilla la persistente coacción para que firmase un origen francés, al principio, y portugués posteriormente.

Mientras duró su cautiverio forzó su voluntad por no dejarse vencer y, tras ir conociendo en su relación con los demás prisioneros los posibles medios para liberarse, le fueron confiados los entresijos que debería conocer y adoptar, evitando las reclamaciones directas a los alemanes. Se trataba de utilizar correos clandestinos que llegasen a informar de su situación fuera del ámbito alemán. Así llegó a relacionarse con la Cruz Roja de Ginebra quienes le aconsejan reclamar a la Embajada de España en Berlín, cuyo trámite gestionó la Cruz Roja5 por intermediación de la legación española en Suiza.

 

LENTO ACCESO A LA DULCE LIBERTAD

El 25 de marzo de 1916 comienza a abrírsele el horizonte cuando recibe una carta del embajador Polo de Bernabé con 10 marcos, de los cuales le pide el envío de un recibo. Pero persistían los intentos por desacreditar las evidencias con amenazas y encierros ordenadas por el jefe de la prisión.

El más contundente acontecimiento a favor de la libertad de Torras tuvo lugar cuando el 20 de junio de 1916 visita la prisión el médico de la embajada española señor Ferraches que, tras varios torpes intentos por evitarlo protagonizados por los carceleros, pudo finalmente entrevistarse con Valentín, saliendo convencido de la real identidad de nuestro hombre y de la ruindad de su cautiverio.

Ya camino de la libertad aun tuvo que sufrir un rosario de vicisitudes y contrariedades de índole administrativa, culminadas felizmente al llegar a Berna. La pesadilla alemana había quedado atrás.

Permaneció en Suiza una semana sintiéndose libre. Y una vez en España tuvo que seguir un largo proceso administrativo para gestionar la devolución de sus maletas y la indemnización que le correspondía legalmente.

En el entorno mediático de España, cuando aun persistía la Gran Guerra6, en los medios germanófilos no fue muy creída la historia de Torras. A este respecto es obligado mencionar al académico Jacinto O. Picón que asumió la defensa de Valentín Torras en todos los ámbitos y le animó y guió para que publicase un libro donde relata su aventura y sus desventuras pormenorizadamente.

Como colofón hago la imprescindible mención de que Valentín Torras nació el 4 de octubre de 1879 en San Miguel de Castellgali, distrito de Manresa. Y que a finales del siglo xix residió en Jubia (Neda) con su familia, por estar empleado su padre durante siete años al servicio de la fábrica del señor Barcón.

 

NOTAS

1 Cito, al respecto, a Jacinto Benavente, Pío Baroja y Carlos Arniches que se mostraban como germanófilos. Eran aliadófilos Valle inclán, Menéndez Pidal, los hermanos Machado, Clarín , Pérez Galdós y, muy acusadamente, Miguel de Unamuno. Y, por supuesto, Vicente Blasco ibáñez que vivió algunos episodios de la invasión alemana por encontrarse en Paris por aquellos días.

De su memoria surgió el impagable libro Crónica de la Guerra Europea 1914-1918. 2 Aviso al pueblo español: Ministerio de Estado-Sección de Política. Declarada, por desgracia, la guerra entre Alemania, de un lado, y Rusia, Francia y el Reino Unido de la Gran Bretaña e irlanda, sucesivamente, de otro, y existiendo el estado de guerra en Austria Hungría y Bélgica, el Gobierno de S. M. se cree en el deber de ordenar la más estricta neutralidad a los súbditos españoles, con arreglo a las leyes vigentes y a los principios de Derecho público internacional. En su consecuencia, hace saber que los españoles residentes en España o en el extranjero que ejercieren cualquier acto hostil que pueda considerarse contrario a la perfecta neutralidad, perderán el derecho a la protección del Gobierno de s. m. y sufrirán las consecuencias de las medidas que adopten los beligerantes, sin perjuicio de las penas en que incurrieren con arreglo a las leyes de España. Serán igualmente castigados, conforme al artículo 150 del Código Penal, los Agentes nacionales o extranjeros que verificaren o promovieren en territorio español el reclutamiento de soldados para cualquiera de los ejércitos o escuadras beligerantes.

3 Comenzada la guerra en 31/07/1914, Alberto i recordó la neutralidad belga a Guillermo II. Pero el 2 de agosto el Kaiser les lanzó un ultimátum en el que pedía paso franco a sus tropas, con objeto realizar una rápida ocupación de Bélgica y abrirse camino hacia París. Así las cosas comenzó la invasión de Bélgica el 4 de Agosto.

4 Denaín

5 También tuvieron la apreciable gentileza de enviarle un paquete de víveres cada semana. Es de justicia mencionar también por sus atenciones a Sor Benard de la Misión Católica Suiza, a la señorita Coeudacer de Billacourt, a Yvonne Saecey de la revista Les Annales de Paris y a la señorita Lopes de Philippeville de Argelia, entre otros y otras.

6 Es chocante y trágico recordar que en las mismas fechas en las que era liberado Valentín Torras, la I Guerra Mundial continuaba repartiendo muertes. No puedo dejar de citar el comienzo de la batalla del Río Somme el 1/07/1916, que duró hasta el 18 de noviembre. El primer día perecieron más de 50.000 soldados británicos y en días sucesivos, con enfrentamientos diarios, seguirán mal muriendo miles de hombres de ambos bandos. Se estima que los alemanes perdieron cerca de 500. 000 soldados y los aliados, franceses y británicos, más de 600.000. ¡Qué locura!

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