En una de mis visitas a Germán en Sarria (ver Columba anterior), me encontré con esta voluta de contrabajo del siglo XIX. En ella podemos observar que tiene tres tensores o clavijas para sus tres cuerdas (generalmente afinadas en RE, LA, SOL) y no solo eso, sino que aún tenía esa reminiscencia del pasado cuando los instrumentos de cuerda eran afinados por clavijas de madera como en el chelo o violín.

En este caso vemos que una parte mecánica y metálica al girar mueve los dientes del pasador que a su vez enrolla la cuerda. Y por cierto que viendo el tipo de cuerda empleada y por su grosor entendemos por qué este instrumento era recomendado para chicos y no niños.

Los contrabajos actuales poseen cuatro cuerdas (con afinado en MI, LA, RE, SOL) y todo su funcionamiento en el clavijero es mecánico ya que la rueda dentada forma parte del pasador metálico, su afinación es muy sencilla y los niños lo tocan perfectamente.

Como anécdota suelen ser los padres los que le quitan de la cabeza la idea de tocar este instrumento a los peques.