Los llamadores en el barrio de La Magdalena de Ferrol

18/11/2022, Fernando Sánchez Chapela

Los llamadores en el barrio de La Magdalena de Ferrol

Fernando Sánchez Chapela

 

Las aldabas, llamadores, o, en gallego, petadores, son unas piezas de metal articuladas que se instalaban en las puertas de las viviendas para avisar a los moradores de la presencia de una visita. Son los predecesores de los timbres, de los telefonillos o porteros automáticos y de los actuales videoporteros.

Los aldabones o llamadores se remontan a la Antigüedad clásica; ya en Pompeya se encontraron los primeros ejemplos, aunque apenas se conservan aldabones anteriores al siglo XIV.

Aldaba, según el diccionario de la RAE, es, en su primera acepción una “pieza de hierro o de bronce que se pone a las puertas para llamar golpeando con ella”. en Ferrol a estas piezas se les denomina comúnmente llamadores, tercera acepción del diccionario citado.

Hasta la década de los años 60 del siglo pasado proliferaban gracias a su funcionalidad, avisar al inquilino del piso del que se requiere atención, dando tantos toques como el del número de piso al que se llama.

Con la llegada de la electricidad y la instalación en los portales de los timbres de los pisos, y de los telefonillos (fig. nº1), los llamadores pierden toda su funcionalidad práctica y se quedan solo con la estética. Por eso, estos elementos van desapareciendo, retirándose al cambiar las puertas de los portales, siendo sustituidos por los porteros automáticos o videoporteros, y no instalándose en las nuevas edificaciones de los portales del Barrio de la Magdalena en Ferrol, al igual que ocurre en otros barrios y ciudades.

 

Fig. 1 Convivencia entre llamadores y timbres

Fig. 2. Tornillo, clavo o espigón

 

 

PARTES DE UN LLAMADOR

En los llamadores se distinguen principalmente tres partes:

—Una superior, fija a la puerta, conocido como tornillo, clavo o espigón, que lo sujeta a ella y permite el movimiento del elemento colgante vertical. (Fig. nº2)

—La parte móvil, el martillo, elemento colgante vertical, que por medio de un eje se une al espigón. es la pieza que se agarra con la mano para golpear. (Fig. nº3)

—Y la parte fija inferior, el denominado tas o batidor, que sufre el golpe y evita el impacto directo en la puerta. (Fig. nº4). Las partes fijas lo están porque por atrás tienen un clavo o tornillo que atraviesa la puerta y se fijan a ella, generalmente con una tuerca, pero si son de hierro forjado y muy antiguos, están clavados y remachados a la puerta por su interior.

El tornillo, clavo o espigón, si lo vemos desde el exterior de la puerta generalmente no está en contacto directo con ella, sino que atraviesa primero una plancha metálica, placa o plato trasero, más o menos ornamentada (Fig. nº5), que muchas veces forma un todo con él. este elemento se denomina placa, y no en pocas ocasiones la placa es corrida e integra también el tas. Tornillo, placa y tas forman una única pieza (Fig. nº6).

 

Fig. 3. Martillo con tornillo, clavo o espigón

Fig 4. Tas con martillo con tornillo, clavo o espigón

Fig. 5 Placa con tornillo

Fig 6 Placa corrida

 

 

El material utilizado para la fabricación de los llamadores es el hierro, bronce, latón y algunos más escasos, más modernos y generalmente modelos más económicos, el aluminio. Los de hierro forjado fueron los primeros en instalarse y eran realizados por artesanos herreros locales; al ser forjados eran, incluso los modelos más económicos, originales, aun pudiendo ser muy parecidos. Los realizados por encargo para grandes mansiones (forjados o fundidos) son muy artísticos y únicos. No es este el caso de los fundidos fabricados industrialmente, que se funden en un mismo molde1, por lo que se repite sucesivamente el mismo modelo, de una misma matriz.

 

 

Fig. 7 Llamador incompleto

Fig.8 Madrid, calle Ribera de Curtidores

 

 

Los llamadores de hierro forjado son más abundantes en barrios de ciudades más antiguas que Ferrol. en el barrio de la Magdalena, su número es muy escaso, y de poco valor estético. Aquí lo que predomina son los llamadores de fundición, realizados con las modernas técnicas industriales de fundición en serie, de hierro, y en segundo lugar los de bronce.

La mayoría de los llamadores no están en buen estado de conservación, y desgraciadamente hay demasiadas huellas o trazas en muchas puertas de haber poseído un llamador actualmente desaparecido o incompleto. Lo más frecuente es que quede en las puertas el tas, y en segundo lugar restos del tornillo o espigón (Fig. nº 7).

Por desgracia los llamadores son piezas fáciles de robar; si se accede al interior del portal basta una simple llave fija para sujetar la tuerca del espigón y girando el martillo retirar este de la puerta. Para evitarlo, se recomienda remachar la cabeza del tornillo de tal forma que impida retirar la tuerca.

Demasiadas veces, los amigos de lo ajeno roban el martillo del llamador, la pieza más vistosa, girándolo desde el exterior, método con el que se rompe el eje del espigón sin necesidad de acceder al interior del portal. Para evitar esto recomendamos soldar o unir de cualquier otra forma el martillo al tas, con lo que se impide forzar maliciosamente el giro del martillo.

Un método de protección ante los hurtos es colocar un arco externo perpendicular al martillo, de tipo abarcón, pegando el martillo al tas —lo que anula completamente la función sonora, aunque se mantenga la estética (fig. nº 8)—, o distanciarlo unos pocos cm del martillo (fig. nº 9), lo que impide separar en exceso el martillo a la hora de golpear y se amortigua el sonido. Y aunque su función no era la de evitar robos, al restringir el movimiento tanto pendular como de separación completa del martillo de la puerta, se impide forzar y destrozar el eje martillo-espigón, lo que dificulta su hurto.

 

TIPOS DE LLAMADORES

En la Magdalena, el modelo más abundante es el denominado mano de Fátima (fig. nº10), que representan una mano femenina sujetando una bola, o, en los modelos más refinados, una manzana.

Este tipo de llamador se repite en demasía, aunque con distintas formas y realizado con diferentes metales, predominando el de hierro fundido. Generalmente están pintados del mismo color que la puerta o de negro para que destaquen. respecto al tamaño, el mayor mide aproximadamente 26 cm de alto (Fig. nº 11), y el más pequeño 9 cm (Fig. nº12).

La mano de Fátima suele presentar más detalle según la calidad de la pieza, y el martillo ser solo el puño con bola o incluir la muñeca y parte de la manga, con detalles de la anatomía de la muñeca, las telas de la bocamanga, encajes, vuelillo, etc.

 

Fig.9 Madrid, calle de Toledo

Fig 10 Mano de Fátima

 

 

Otros detalles diferenciales, que se aprecian a simple vista, es si la mano que sujeta la bola es la derecha (Fig. nº13) o la izquierda (Fig. nº14), y si lo que sujeta es una bola (Fig. nº15) o una manzana (Fig. nº16). en los modelos más elaborados también puede distinguirse un anillo, en el dedo anular (Fig. nº17) o en el corazón (Fig. nº18), las uñas, y la posición de cada dedo por separado, en especial del meñique.

 

 

Fig.11 Llamador de 26 cm

Fig 12 Llamador de 9 cm

Fig.13 Mano derecha

Fig 14 Mano izquierda

 

 

 

El segundo tipo, al que denominaremos aldabón, tiene forma de mazo. y los fundidos de forma industrial suelen serlo en bronce, latón, hierro o aluminio. en el martillo de este llamador se distinguen generalmente tres partes: la superior con forma cúbica; la intermedia, más larga y de forma troncocónica; y la última en forma cubica de mayor tamaño, finalizando con una forma piramidal invertida o en una esfera que remata el martillo. (Fig. nº 19)

 

Fig.15 Bola

Fig.16 Manzana

Fig.17 Anillo en dedo anular

Fig.18 Anillo en dedo corazón

 

 

En tercer lugar, encontramos los llamadores con forma de aro o llamadores de anillo (fig. nº20) que, en la Magdalena, son en su mayoría de bronce.

En cuarto lugar, aunque hay menos ejemplos, están los llamadores zoomorfos, con cuerpo o cabeza de animal, como el modelo de cabeza de león, (Fig. nº21) o algunos con cuerpo de cisne (Fig. nº22) o cabeza de caballo, perro, etc.

 

 

Fig.19 Mazo

Fig. 20 Aro

Fig.21 Cabeza de león

Fig. 22 Cisne

 

 

Muchos modelos de llamadores de factura muy artística son únicos o presentan pocos ejemplares en el barrio de la Magdalena (fig. nº 23), pero al ser industriales, hemos encontrado esos mismos modelos en otras ciudades2.

Los llamadores se colocan más o menos centrados en el vano de la puerta exterior de los portales, aunque hemos encontrado una excepción muy llamativa con llamador lateral (fig. nº24 y nº25)3. Algunas viviendas, pocas en el caso de la Magdalena, tienen otros llamadores en la puerta accesoria interior del portal, que se usaban cuando las puertas exteriores estaban abiertas. Hasta la década de los 60-70, los portales solo se cerraban de noche, permaneciendo abiertos durante el día. No hemos apreciado ningún portal con dos llamadores, uno en cada hoja, en las puertas exteriores, aunque en los barrios antiguos de otras ciudades, como Madrid, Guadalajara, Toledo, etc. abundan las puertas con dos llamadores e incluso con cuatro (Fig. nº 26)4.

 

Fig. 23 Cuerpo de león

Fig. 24 Curiosidad

Fig.25 Curiosidad (detalle)

Fig. 26 Dos llamadores (Burgos)

 

Las mejores aldabas o llamadores, y las más caras, se instalaban en las casas de mayor poderío económico y de aquí la frase: “de tal casa tal aldaba”. Al ser el barrio de la Magdalena de construcción reciente (s. XVIII), y al no haber palacetes o grandes mansiones, no encontramos vistosos llamadores de forja o fundición góticos o renacentistas, o de gran tamaño y lujo (Fig. nº 27), como en los barrios antiguos de Madrid, Barcelona, León, Cáceres, Toledo, Sevilla, Burgos, etc.

 

Fig.27 Casa del Cordón (Burgos)

Fig. 28 Ser mitológico

Fig. 29

 

Pero, por fortuna, en la Magdalena sobreviven aún muchos llamadores, un gran número de los cuales merecen una detallada observación (Fig. nº 28). Todos son dignos de perdurar (fig. 29).

Dado el estado en el que se encuentran la mayoría de los llamadores nos parece necesario y urgente aplicar normas para su protección, así como para fomentar su mantenimiento. Pues… ¿cuánto tiempo resistirán?5.

 

 

Notas

1 El Museo Lázaro Galdiano de Madrid, expone dos piezas idénticas de la cultura romana, inventario 04031 y 04032: “Mascarón de bronce fundido, en forma de cara de león, que muerde anilla. repasadas a cincel con detalles de ojos, pelo, etc. igual al inv. 04032”. CAMPS CAZOrLA, emilio. Inventario del Museo Lázaro Galdiano (1948-1950). 1948- 1950. http://catalogo.museolazarogaldiano.es/  http://www.flg.es/biblioteca/catalogo

2 Del mismo molde del llamador de la fig. nº 11 hay otros dos ejemplares en este barrio, con la diferencia de que uno de ellos tiene una placa doble en el espigón.

3 Como curiosidad, vale comentar el caso que hemos detectado, en una muy hermosa puerta de dos hojas, en la que el llamador está colocado a la derecha de la hoja de la derecha, a pocos cm de la jamba derecha del portal. Cuando generalmente si se fija en la hoja de la derecha, se hace en la parte izquierda, para que quede centrado en el vano de la puerta.

4 “Generalmente se colocaban dos aldabas gemelas, una en cada batiente de la puerta, y se situaban a una altura considerable del suelo, sin duda con la finalidad de permitir a los caballeros anunciar su llegada a la mansión sin necesidad de desmontar. era corriente también fijar cuatro aldabas, en parejas, a dos diferentes alturas”. revista Villa de Madrid AÑO XXV 1987-IV nº 94

5 Ya que hoy la función como avisador no es la principal, para conservar su función estética, y en general para conservar estos elementos en las puertas de los portales del barrio de la Magdalena y otros barrios y ciudades, recomendamos instalar un abarcón en contacto directo y perpendicular al martillo para minimizar los hurtos, aún modificando la estética del llamador (figs nº 8 y 9)

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